Más amigos consumiendo, más soledad
Rubén y los círculos de autodestrucción
Cuando Rubén se encontró sumido en una profunda desesperanza, llorando por todo y por nada, supo que algo estaba terriblemente mal. "Era un dolor emocional tan real que no podía escapar de él", recordó en su participación en el podcast "La alegría de vivir en sobriedad", conducido por el Psic. Enrique Corral. Este fue el inicio de un proceso que lo llevaría a enfrentarse a su adicción y a cambiar su vida para siempre.
A medida que su consumo de drogas aumentaba, Rubén comenzó a aislarse de su círculo cercano de amigos y familiares. "Me alejé de quienes realmente me querían y busqué amistades que compartían mis vicios, lo que sólo intensificó mi soledad", relató. Este aislamiento lo hundió aún más en su adicción, creando un ciclo de autodestrucción del que parecía no haber salida.
La intervención que lo llevó a la comunidad terapéutica Misión Zoe fue el punto de inflexión que Rubén necesitaba desesperadamente. "Al principio, me resistí, pero al final, fue la mejor decisión que tomé. Necesitaba ese tratamiento para recuperar mi vida", comenta con un tono de gratitud, pues comenzó a recibir la ayuda especializada que tanto necesitaba.
Durante su tiempo en el tratamiento, una frase impactante resonó profundamente en Rubén: "Cuando menos ganas tengan de ir a un grupo es cuando más deben de ir". Esta simple pero poderosa verdad le ayudó a comprender la importancia de mantenerse en el camino de la recuperación, incluso cuando todo dentro de él quería rendirse.
El síndrome de abstinencia fue uno de los mayores desafíos que Rubén tuvo que enfrentar. "Hubo momentos de angustia extrema en los que solo quería volver a consumir", admitió. Sin embargo, con el apoyo de los profesionales en Misión Zoe y su determinación de cambiar, logró superar estos momentos oscuros.
Reflexionando sobre su pasado, Rubén ha llegado a una conclusión liberadora: no debe avergonzarse de lo que ha vivido. "Vivir en las drogas fue lo verdaderamente difícil. Ahora, sin ellas, la vida es más sencilla", aseguró. Esta aceptación le ha permitido avanzar sin cargar con el peso de la culpa.
Uno de los mayores logros de Rubén en su camino hacia la sobriedad ha sido la reconstrucción de sus relaciones familiares, pues mencionó que el apoyo que recibió le permitió reparar los lazos con mi familia, y ahora disfruta mucho más de mi vida y de mis hijos, una reconexión que le ha dado un nuevo propósito y sentido a su existencia.
Sin embargo, no todo fue fácil. "Había noches en las que la desesperación era tan grande que dudaba de poder sobrevivir hasta el día siguiente", confesó, evidenciando la gravedad de su situación emocional antes de recibir ayuda.
Finalmente, Rubén habla sobre el momento en que decidió que era hora de cambiar. "Tomé la decisión de recuperarme, y eso ha transformado mi vida.
Ahora, disfruto de los pequeños momentos que antes ni siquiera notaba", concluyó. Su historia es un recordatorio poderoso de que la recuperación es posible y que, con el apoyo adecuado, se puede encontrar la luz al final del túnel.
La historia de Rubén es un ejemplo inspirador de resiliencia y esperanza, demostrando que, con la ayuda de comunidades terapéuticas como Misión Zoe, es posible reconstruir una vida rota y redescubrir la alegría de vivir en sobriedad.