De las inseguridades a las metanfetaminas
Diego, recuperado y hoy consejero en adicciones
Cuando era niño, Diego enfrentó la dolorosa separación de sus padres, un evento que afectó profundamente su autoestima y su capacidad para socializar. "Me sentía perdido, como si algo dentro de mí se hubiera roto", comentó en su participación en el podcast "La alegría de vivir en sobriedad", conducido por el Psic. Enrique Corral. Este suceso, combinado con el bullying que sufrió en la secundaria, lo sumió en un estado de inseguridad y aislamiento, sembrando las semillas de una lucha interna que lo acompañaría durante gran parte de su juventud.
A los 18 años, Diego comenzó a consumir metanfetamina, un hábito que marcó el inicio de una década oscura en su vida. "No lo vi venir", recuerda. "Pensé que podía manejarlo, pero pronto me di cuenta de que estaba cayendo en un abismo del que no podía salir".
Durante siete años, la adicción a la metanfetamina tuvo un impacto devastador en su bienestar físico y emocional, llevándolo a alejarse de su familia y amigos, hundiéndose en un ciclo de autodestrucción del que parecía imposible escapar.
El reconocimiento de su problema fue un momento crucial en la vida de Diego. "Recuerdo estar solo, en un momento de debilidad, mirando mi reflejo y apenas reconociendo a la persona que veía", compartió. Fue en ese momento de vulnerabilidad cuando admitió por primera vez que tenía un problema con las drogas y este reconocimiento, aunque doloroso, fue el primer paso hacia su recuperación.
La decisión de ingresar a la comunidad terapéutica Misión Zoe fue el punto de inflexión que Diego necesitaba. "Al llegar a Misión Zoe, no sabía qué esperar, pero supe de inmediato que estaba en el lugar correcto", afirmó. Allí, comenzó a aprender a vivir de nuevo, rodeado de personas que entendían su lucha y estaban dispuestas a apoyarlo en su camino hacia la sobriedad.
Uno de los aspectos más importantes de su recuperación fue la conexión que desarrolló con su consejero en Misión Zoe. "Él fue como un faro en la oscuridad", dijo Diego, pues la confianza y el apoyo que encontró en esa relación fueron fundamentales para su sanación y crecimiento personal, permitiéndole enfrentar y superar los desafíos que la adicción había dejado en su vida.
A medida que avanzaba en su recuperación, Diego trabajó arduamente para superar la obsesión por las drogas. "Cada día era una batalla, pero con el tiempo, empecé a sentir que tenía el control de mi vida otra vez", comentó. Este progreso le permitió no solo vivir una vida más plena, sino también reconectar con aspectos de sí mismo que había perdido durante los años de consumo.
Las videollamadas con su familia durante la pandemia jugaron un papel clave en su proceso de reconexión emocional. "Ver sus caras, escuchar sus voces... fue un recordatorio constante de por qué valía la pena seguir luchando", recordó Diego con emoción. Estos momentos le ayudaron a restablecer lazos que la adicción había debilitado, brindándole un apoyo emocional vital para su recuperación.
Hoy, Diego ha encontrado un nuevo propósito como consejero en Misión Zoe. "Ayudar a otros en su proceso de recuperación me recuerda lo lejos que he llegado", afirmó con orgullo. Este trabajo no solo le permite guiar a quienes enfrentan luchas similares, sino que también le proporciona una profunda conexión con su propia historia y un sentido renovado de propósito en su vida.
La historia de Diego es un poderoso ejemplo de que, con el apoyo adecuado y la determinación personal, es posible superar cualquier adicción. A través de su trabajo y su testimonio, espera inspirar a otros a buscar la ayuda que necesitan y a creer que, al igual que él, pueden encontrar un camino hacia la sobriedad y una vida plena.